jueves, 7 de octubre de 2010

Criticar a los demás o dar el ejemplo?


¡La elección es nuestra!



El que critica como norma general, es un amargado ante sus propios fracasos, lo bastante egoísta como para hacer caer la culpa de ellos sobre los demás. Sólo ve los errores en los otros y no acepta en sí mismo la menor falta, ni mucho menos que se la señalen.




Exige constantemente ejemplos de los demás, pero no considera que él mismo tenga que ofrecerlos; el crítico se cree el "ejemplo perfecto" en todos los campos.




Cuídese la sociedad de los que exigen ejemplos pero no los dan: son los mismos que jamás usan lo que venden ni aplican lo que enseñan; en otras palabras, son engañadores. Cuídese de los críticos permanentes porque no son buenos para obras de largo alcance, no son buenos para construir el futuro; sólo valen para socavar lo que otros hacen.




Cuídese más bien de dar buenos ejemplos y no se preocupe tanto por los que ofrecen los demás.

Un proverbio muy acertado a este momento es:

"ES MÁS FÁCIL MIRAR  LA PAJA EN EL OJO AJENO,
 QUE  LA VIGA EN EL PROPIO"

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